Tuvimos la suerte de recibir la visita de nuestros clientes, Clara y Alberto, quienes llegaron a nuestro estudio luego de leer reseñas en línea y examinar proyectos previos en plataformas especializadas de Diseño y Arquitectura. Tras contactarnos, quedaron encantados con nuestra metodología de trabajo y, en poco tiempo, nos presentaron la vivienda que habían adquirido para iniciar el proyecto. Hubo una conexión instantánea.

La propiedad se encuentra en un lugar privilegiado con vistas espectaculares, ya que está ubicada en la parte más elevada del terreno. La estructura que encontramos tenía un aspecto desactualizado desde el punto de vista estético, pero lo que más nos llamó la atención fue su historia de múltiples transformaciones, que le otorgaban un carácter singular. La planta baja y el sótano sumaban alrededor de 850 metros cuadrados de construcción. Los anteriores propietarios habían dividido la planta baja, de unos 500 metros cuadrados, en dos viviendas, pero lo habían hecho sin un plan coherente y con estilos muy diferentes.

Como resultado, ambas viviendas carecían de identidad, estaban fragmentadas y presentaban importantes problemas funcionales. Lo más destacado fue que una de ellas no tenía ni siquiera una ducha, mientras que en la otra se había cubierto el patio central con policarbonato translúcido, lo que le restaba todo su atractivo original.

Inicialmente, las ideas sobre cómo abordar el proyecto eran confusas: se discutía la posibilidad de conservar parte de una de las casas debido a la calidad de sus acabados, se planteaba la opción de habitar una de ellas mientras se renovaba la otra e incluso se consideraba la posibilidad de fusionarlas en algún momento. Como observadores objetivos, presentamos nuestra conclusión: dado que la inversión necesaria para renovar una vivienda de esta envergadura era sustancial, la única forma de garantizar que el dinero invertido se reflejara en el resultado final era abordar el proyecto de manera integral desde el principio.

Alberto y Clara escucharon nuestras recomendaciones, evaluaron la propuesta y tomaron la decisión acertada de comprometerse completamente con el proyecto.

Los propietarios también eran dueños de la empresa constructora que había realizado las obras anteriores, y desde el principio, la intervención tenía como objetivo convertir la planta baja en una vivienda pasiva, lo que implicaba revestir toda la fachada y el tejado con sistemas de aislamiento térmico exterior (SATE) y actualizar todas las carpinterías exteriores. El sótano, por otro lado, se mantendría sin cambios en esta intervención, pero se acondicionaría para ser utilizado como una zona de entretenimiento familiar.

Esta propuesta de arquitectura interior minimalista se vería reforzada por la renovación exterior, ya que la fachada pasaría de ser una combinación de piedra y ladrillo beige a tener un acabado liso y uniforme. Esto daría lugar a volúmenes más definidos y a una distribución más coherente de las ventanas, simplificando también los detalles arquitectónicos.

La distribución de la planta baja se centró en recuperar el patio central como el núcleo de la vivienda. Se diseñó una "cinta" perimetral de 70 cm de ancho que rodea el patio, conteniendo armarios y pasillos, revestida con madera de roble para añadir calidez. La "cinta" se destacaba sobre el fondo blanco y liso de las paredes, el techo y el suelo continuo de microcemento blanco. Al recorrer la "cinta," se accedía al aseo de invitados y a todas las habitaciones en suite. La cocina se integró en el área de estar para eliminar la sensación de espacio de servicio.

El mobiliario de cocina a medida se realizó en DM lacado en blanco, con una isla central de generosas dimensiones. Todos los revestimientos eran continuos y de colores claros para aportar luminosidad.

La escalera, una pieza clave de la arquitectura interior, comunicaba la planta baja minimalista con el sótano más robusto. La escalera tenía un diseño limpio en acero barnizado y un ojo central que proyectaba iluminación indirecta al techo. Los escalones estaban hechos de chapa plegada y se unían a la pieza central y al descansillo. La barandilla de la planta baja se solucionó con un tramo de vidrio para permitir la entrada de luz natural sin alterar la pureza del diseño.

En resumen, el proyecto transformó por completo la vivienda, combinando la estética minimalista con la funcionalidad, y destacando la belleza de los materiales en bruto. El resultado fue una residencia moderna y única que aprovecha al máximo su ubicación privilegiada.